lunes, 2 de mayo de 2016

LA EVITABLE ASCENSIÓN DE ARTURO UI, DE BERTOLT BRECHT. COMENTARIO DE TEXTO.



Bertolt Brecht comenzó a pensar en Arturo Ui en Finlandia, a donde había llegado huyendo de las tropas nazis, las cuales, prácticamente pisándole los talones, habían ocupado Dinamarca y Suecia, los otros dos países en los que el dramaturgo se había exiliado
La evitable ascensión de Arturo Ui es una de las obras más afamadas de Brecht. Parábola del ascenso de Hitler al poder, la obra presenta un triple extrañamiento:


1. En primer lugar, la transposición de la historia de Hitler a una lucha de gángsteres en Chicago

2. En segundo lugar, la estilización de una historia aparentemente actual por medio de versos libres y trazos escénicos al estilo de los dramas históricos de reyes de Shakespeare, y con ecos de la historia de Al Capone (Capone vivía en el hotel Lexington, Ui vive en el hotel Mammoth; la masacre del día de San Valentín encuentra su equivalente en La noche de los cuchillos largos). 

3. Y, en tercer lugar, la disposición de tres escenas a modo de cita: en la escena 6 (La suite de Ui en el Hotel Mammoth), Ui recita, a propuesta del actor de provincias al que ha llamado para que le instruya en oratoria, el famoso discurso de Marco Antonio en Julio César (III, 2) de Shakespeare, con el que apelando a las emociones -y no a la razón, como hace Bruto- consigue cautivar demagógicamente a las masas; la escena 12 (La floristería de Givola) es una réplica de la escena del jardín de Marthe Schwerdtlein, del Fausto de Goethe; la escena 13 (Ante el Mausoleo) imita a Shakespeare en Ricardo III (I, 2).  

La figura de Adolf Hitler es, naturalmente, central en la obra. Brecht consideraba a Hitler como el «mascarón de proa» del capitalismo, un «títere» cuyos hilos manejaba la alta burguesía alemana, sirviéndose de otras clases sociales, con el objetivo de conservar su poderío económico. Hitler es un “simple actor”, que “sólo representa un papel”, que no es “nadie” (“cualquier otro se habría prestado para hacerlo”), que es un “hombre sin contenido”. En teatro, eso significaría que Hitler sólo puede mostrarse como un figurón, pero con eso no seríamos del todo fieles a la realidad, porque, en realidad, sólo es un títere en tanto representante de las exigencias de poder de la burguesía.  Por eso, en la obra, es el Trust de la coliflor quien se sirve de Ui y sus gángsteres para dar salida a sus mercancías en las ciudades de Chicago y Cicero, y acabar con los sindicalistas. En el proceso, Ui aterroriza con métodos mafiosos a los verduleros no vinculados con el Trust que no se pliegan a sus órdenes y, finalmente, emprende la gestación de la toma de control del Trust (el asalto a la Cancillería).  

Arturo Ui no es, como han pensado muchas compañías teatrales, una obra fácil de representar. Como advirtiera ya su autor, en La evitable ascensión de Arturo Ui  había que permitir que los sucesos históricos se vislumbraran permanentemente a través de la trama y, por otro lado, había que otorgar vida propia a la “cubierta". La unión demasiado estrecha entre las dos tramas (la de los gángsters y la de los nazis) –es decir una forma en la cual la trama de los gángsteres sólo fuera una simbolización de la otra trama– es imposible de mantener, aunque sólo sea porque el público buscaría todo el tiempo el “significado” de tal o cual acción y el modelo original de cada personaje. 

La misma obra contiene las siguientes indicaciones para la representación: «Para que los acontecimientos conserven la significación que, por desgracia, tienen», escribe Brecht, «la obra debe representarse a lo grande, preferiblemente con claras reminiscencias del drama histórico isabelino, por ejemplo, telones y estrados. Así, se puede actuar ante telones de arpillera blanqueados y salpicados con colores sangre de buey. También pueden utilizarse ocasionalmente foros pintados panorámicos, y los efectos de órgano, trompetas y tambores son igualmente admisibles. Se deben utilizar máscaras, tonos y gestos prototípicos, pero evitando la pura parodia; y lo cómico debe ir acompañado de lo horrible. Es necesaria la representación plástica, al ritmo más rápido posible, de los distintos retratos de grupo, al estilo de las historias de feria.» 
 
Si los paralelismos en Arturo Ui son tan evidentes –Arturo Ui como Adolf Hitler, Giri como Hermann Göring, Givola como Joseph Goebbels, Roma como Ernst Röhm, Dogsborough como Paul von Hindenburg, Dullfeet como Engelbert Dollfus (el canciller que destruyó a cañonazos la democracia republicana austríaca), el Trust de la Coliflor como las grandes familias de industriales alemanes y así sucesivamente–, y además se intercalan carteles explicativos que despejan toda duda posible, ¿por qué no hizo Brecht directamente un drama sobre los sucesos que condujeron a la caída de la República de Weimar? Además de la oportunidad que le brindaba la construcción literaria de un triple extrañamiento, como el arriba descrito, es sabido que Brecht trabajó en todas sus obras como terreno de experimentación. El fascismo, con su teatralidad, era un terreno demasiado bueno como para dejarlo pasar por alto. La violencia callejera de las SA se espejaba en la de las organizaciones mafiosas al otro lado del Atlántico. Por lo demás, satirizar a los nazis les hacía perder la imagen de imbatibilidad y trascendencia que ellos mismos se habían arrogado.  


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