jueves, 26 de mayo de 2016

LA DESTRUCCIÓN, DE BAUDELAIRE. COMENTARIO DE TEXTO

LA DESTRUCCIÓN

Como una auténtica confesión de culpa -sentimiento muy presente en la obra del poeta francés- en este poema Baudelaire refiere cómo en la lucha entre el Bien y el Mal, entre Dios y el Demonio, es este último el que lo arrastra hacia la Destrucción "lejos de la vista de Dios". Es una elección que él hace de manera inconsciente, como algo innato que no puede eludir, pues el Demonio está en el aire ("nada a mi alrededor como un aire impalpable") y él no puede evitar respirarlo. Pero esto no lo exime de la culpa, que aparece en el poema en forma de deseo erótico ("un deseo eterno y culpable"). Es entonces cuando el Mal se le aparece como una mujer fatal, con apariencia de bruja ("seductora mujer", "sus filtros infames"), de manera que, una vez más, el amor se nos muestra en la poesía de Baudelaire como una pasión que lleva a la Destrucción, como en su propia vida real pudo experimentar a través de sus relaciones con prostitutas. En los tercetos finales se concreta cómo esta pasión erótica masoquista a la que se abandona el poeta es una fiesta orgiástica ("el sangrante boato") en la que, como les ocurría a las bacantes, se arroja a un frenesí de destrucción ("confusión"), humillación y muerte, ("mancillados vestidos, heridas palpitantes").
Por otra parte, también es interesante destacar otros motivos muy frecuentes en la obra de Baudelaire: 
  • La Belleza ("sabe cuánto me gusta el Arte") también es posible encontrarla en lo más bajo, en la forma de esa mujer bruja seductora, tal como indica el título (Las flores del mal) del libro al que pertenece este poema.
  • El hastío vital o spleen ("llanuras de Hastío, profundas y desiertas"), propio de los simbolistas y, más tarde, de los modernistas, por el que el artista siente un aburrimiento ante la sociedad burguesa industrial a la que pertenece, que le hace huir a través de la Belleza, pero también de otros medios menos sublimes, como el alcohol o las drogas, lo que Baudelaire describió como Los paraísos artificiales.
En cuanto al comentario formal, el texto pertenece al género lírico. Aunque se trata de una traducción, la versión al español ha conservado la métrica del soneto del texto francés, no así la rima. Los versos alejandrinos franceses son una estructura métrica de origen medieval que el Modernismo rescata en su deseo de renovación, y que se respeta en los versos de la traducción, en la mayoría de los cuales hay una cesura central que los divide en dos hemistiquios iguales ("nada a mi alrededor//como un traje impalpable", 7+7). El uso del ritmo como vía para crear belleza poética, que intenta representar, a su vez, la Belleza de la Creación, es un pilar del movimiento simbolista y modernista, según recomienda el soneto Ama tu ritmo de Rubén Darío.
Casi todos los verbos del poema están en 3ª persona singular y en presente de indicativo (“revuelve”, "nada", "toma", "sabe"…) para dar un carácter más universal a una experiencia personal -de ahí el uso de la primera persona en verbos ("trago", "siento"), posesivos ("mis pulmones") y pronombres ("me gusta")- y hacer que trascienda y sea compartida por el lector.
La adjetivación refuerza el lirismo de la composición con la utilización de adjetivos antepuestos ("sangrante boato", "mancillados vestidos").
De los recursos literarios, los más destacables son los que afectan al ritmo del poema, como el polisíndeton ("lo trago y lo siento (...)/ y de un deseo eterno y culpable), el encabalgamiento ("arroja/ mancillados vestidos"), el quiasmo ("mancillados vestidos, heridas palpitantes") y el hipérbaton ("de la Destrucción el sangrante boato").

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