jueves, 28 de abril de 2016

EL VIAJE, DE BAUDELAIRE. COMENTARIO DE TEXTO.

EL VIAJE

I

En este poema Baudelaire habla del deseo de viajar (de huir también, en sentido amplio) como algo consustancial al ser humano. Así, en la infancia ("Para el pequeño"), el viaje se realiza de forma virtual, sobre "mapas y grabados", y entonces el anhelo de recorrer ese mundo no vivido es tan grande como la inmensidad de las tierras y océanos que se representan en esos papeles ("¡Qué grande es el mundo a la luz de las lámparas!"). Pero luego, con la adolescencia y la edad adulta, llega el desengaño ("el pecho/ henchido de rencor y deseos amargos") y el ansia de huir es más grande que el propio mundo ("sobre el infinito del mar meciendo un infinito"). Los hay que escapan de la infancia ("del horror de sus cunas"), de la patria ("de escapar de una infame patria") o de un amor que embruja y que tiraniza ("ahogados en ojos femeninos/ de la  Circe tiránica de aromas peligrosos"). Para estos últimos, los que huyen de ese amor que destruye e idiotiza, transforma los hombres en cerdos como la Circe mitológica ("Para no ser mudados en bestias"), la distancia y el tiempo son el antídoto ("lentamente las marcas de los besos les borran"). Pero ninguno de todos estos es un verdadero viajero ya que solo lo son aquellos a los que una fatal insatisfacción, que les persigue como un destino inexorable ("de su fatalidad ellos nunca se apartan"), les lleva a huir por el simple hecho de huir ("son los viajeros de verdad los que parten/ por partir"), en busca de un lugar donde sea posible la realización de sus deseos ("que sueñan (...)/ con inmensos deleites (...)/ cuyo nombre el espíritu humano nunca supo").
El principal tema de este poema es el hastío vital o spleen. Ante la monotonía, el prosaísmo y la deshumanización de una sociedad burguesa industrializada para la que el ser humano es solo una fuerza de trabajo, los simbolistas ansían, como los románticos anteriormente, escapar a otra realidad donde sea posible hallar el cumplimiento de anhelos como el de la belleza o el amor. Está aquí también el ideal parnasiano del arte por el arte.

En cuanto al comentario formal, el texto pertenece al género lírico. Aunque se trata de una traducción, la versión al español ha conservado la métrica del texto francés, no así la rima. Los versos alejandrinos franceses son una estructura métrica de origen medieval que el Modernismo rescata en su deseo de renovación, y que se respeta en los versos de la traducción, en la mayoría de los cuales hay una cesura central que los divide en dos hemistiquios iguales ("henchido de rencor//y deseos amargos", 7+7). El uso del ritmo como vía para crear belleza poética, que intenta representar, a su vez, la Belleza de la Creación, es un pilar del movimiento simbolista y modernista, según recomienda el soneto Ama tu ritmo de Rubén Darío.
Casi todos los verbos del poema están en 3ª persona y en presente de indicativo ("son", "es", "emborrachan", "parten", "sueñan"...) para dar un carácter más universal a una experiencia personal. De ahí, también, el uso de la primera persona del plural ("partimos", "nos vamos"), para implicar al lector y que se sienta concernido por lo que expresa Baudelaire en el poema.
La adjetivación refuerza el lirismo de la composición con la utilización de adjetivos antepuestos ("su vasto apetito", "el finito mar", "una infame patria", "abrazados cielos", "inmensos deleites").
De los recursos literarios, los más destacables son los que afectan al ritmo, como es el paralelismo ("de escapar de una infame patria (...)/ del horror de sus cunas (...)/ de la Circe tiránica", "el hielo que los muerde, los soles que amorenan"), el encabalgamiento ("los que parten/ por partir") y el hipérbaton ("de su fatalidad ellos nunca se apartan").

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