sábado, 31 de octubre de 2015

TEMA 3. RENACIMIENTO Y CLASICISMO. LA NARRACIÓN EN PROSA: BOCCACCIO. MONTAIGNE Y EL NACIMIENTO DEL ENSAYO

I. CONTEXTO GENERAL. LOS CAMBIOS DEL MUNDO Y LA NUEVA VISIÓN DEL HOMBRE

Conocemos como Renacimiento el período de la historia europea que comprende, fundamentalmente, el siglo XVI, aunque no se pueden establecer con exactitud sus límites cronológicos, ya que estos varían en los diferentes países en que se desarrolló. Por ejemplo, muchos rasgos del Renacimiento nacen ya en la Italia del siglo XIV; en cambio, es tardío en Inglaterra, donde se inicia bien entrado el siglo XVI.
El Renacimiento supuso una nueva forma de concebir el mundo. Fue una etapa de cambios profundos en numerosos ámbitos de la vida: política, economía, religión, cultura, arte, ciencia, etc. Todas estas transformaciones fueron paralelas al desarrollo del Humanismo, movimiento que reforzó el cambio de mentalidad al situar al individuo en una posición de dignidad dentro de un mundo que pretendía conocer y disfrutar (se pasa del teocentrismo medieval al antropocentrismo renacentista). Los humanistas entienden que solo en la época clásica el hombre había sido la medida de todas las cosas y en él se centraban las manifestaciones de la cultura; de ahí que se apliquen a la tarea de recuperar y propagar a los autores clásicos, a los que toman como modelos. Se fomenta el aprendizaje del latín y del griego y, a la vez, se propugna la dignificación de las lenguas vulgares. Fueron destacados humanistas Francesco Petrarca, Elio Antonio de Nebrija y Francisco Sánchez de las Brozas.

CARACTERÍSTICAS HISTÓRICAS Y FILOSÓFICAS.

1. En lo político, se debilita el sistema feudal, característico de la Edad Media. El debilitamiento de la nobleza rural se corresponde con un fortalecimiento del poder real: surgen así monarquías fuertemente autoritarias y se crean los grandes Estados modernos.

2. Crecen las ciudades y se afianza la clase burguesa, de modo que se potencian las actividades industriales y comerciales, y cobra gran importancia el dinero como valor de cambio. Paulatinamente la nobleza, al entrar en crisis el sistema feudal, se va haciendo cortesana.

3. La inquietud intelectual y el ansia por comprender los secretos del mundo incentivan el desarrollo de la ciencia. Se estudia el cuerpo humano y se escruta el Universo: al Renacimiento corresponden el descubrimiento de la circulación de la sangre por Miguel Servet y los estudios astronómicos de Copérnico y Galileo.

4. Se propagan las herejías y adquieren enorme fuerza los movimientos religiosos reformadores, como los encabezados por el holandés Erasmo de Rotterdam y el alemán Martín Lutero.

5. La cultura recibe un fuerte impulso con la invención de la imprenta (siglo XV), la cual propicia la difusión de las nuevas ideas y facilita la alfabetización. En consonancia con el desarrollo del Humanismo, se instauran en las Universidades los studia humanitatis (gramática, retórica, poética, filosofía, moral e historia), acabándose así con el sistema educativo medieval, de base eminéntemente escolástica.

6. El arte renacentista desarrolla una estética basada en el Neoplatonismo, según el cual el mundo es bello porque refleja la belleza de Dios. El amor a la belleza hace al hombre partícipe de la obra divina, es un adelanto en la Tierra de los gozos que nos aguardan en el Cielo. Esta búsqueda de la belleza natural explica las características principales del arte del XVI: equilibrio, armonía, orden, claridad, idealización. En el estilo se busca la "naturalidad artificiosa": un modelo de lengua culto y cuidado, pero sin exceso ornamental ni afectación.

7. La inquietud del hombre renacentista, junto con el desarrollo del comercio, logra ensanchar las fronteras geográficas. El siglo XVI es la época de los grandes viajes que permiten diseñar un nuevo mapa del mundo: el descubrimiento de América, la exploración de las costas atlánticas e índicas de África, la primera vuelta al mundo completa, los descubrimientos y exploraciones de las islas del Pacífico, etc.

CARACTERÍSTICAS ESTÉTICAS Y LITERARIAS.

El interés por el mundo clásico despertó en el terreno estético la admiración por las obras de la Antigüedad grecorromana. Por ello, se impuso un deseo de retornar, en todas las artes, a los modelos clásicos para alcanzar el ideal de belleza basado en los principios de la racionalidad, la funcionalidad, la claridad y la simetría. En el terreno literario, el Renacimiento supuso la recuperación de los grandes autores clásicos, como Virgilio, Horacio y Ovidio, ya conocidos en la Edad Media, pero ahora a partir de ediciones mucho más rigurosas  y fiables de sus textos.
Las principales características de la literatura renacentista son consecuencia de la admiración por los autores clásicos:
a) Análisis subjetivo del amor: El sentimiento amoroso es objeto de un minucioso análisis, relacionado con el interés de la época por los asuntos humanos. Frente a la concepción del amor de la tradición cortés provenzal, feudal y aristocrática, surge un nuevo concepto basado en la filosofía neoplatónica cuyos rasgos básicos se resumen en tres aspectos:
   1. La amada es presentada como un ser perfecto y angelical (donna angelicata) cuya belleza física es un reflejo del orden divino.
   2. El amor es idealizado como un fin en sí mismo. No se persigue evolucionar en las fases del acercamiento amoroso, como en el amor cortés, ni tampoco se aspira a recibir ninguna recompensa por parte de la dama.
   3. Quien ama se ennoblece espiritualmente, es poseedor de un cor gentil, por ser virtuoso, generoso y capaz de amar y no por pertenecer a la nobleza, a diferencia del fuerte componente aristocrático del amor cortés.
b) Idealización de la Naturaleza: El sentimiento amoroso se desarrolla en un marco natural idealizado, un locus amoenus inspirado en las Églogas de Virgilio. La perfección de este marco natural de las relaciones amorosas refleja también el orden del universo.
c) Abundancia de referencias mitológicas: Las historias de los dioses paganos del panteón grecorromano se usan como tema de la obra en sí misma, pero también como modo de reflejar de manera simbólica el sentimiento del poeta. La principal fuente de referencia son las Metamorfosis de Ovidio.
d) Recuperación de géneros clásicos como la oda, la égloga, la elegía y la epístola.
e) Enriquecimiento de las lenguas romances gracias al mayor conocimiento del latín clásico, de modo que llegan a convertirse en lenguas literarias elegantes y narutales. 

En resumen, el Renacimiento es un periodo decisivo en la historia de la humanidad marcado por un redescubrimiento de la importancia del individuo en una sociedad que ya no se explica exclusivamente por la fe. En el siglo XVI comenzamos a confiar en las posibilidades de la razón humana, pues el mundo ya no es un mero lugar de tránsito al que venimos a padecer, sino un lugar repleto de posibilidades para el placer y el deleite.


II. PROSA RENACENTISTA DE FICCIÓN

En el Renacimiento la prosa de ficción va llegando al final de un largo proceso de evolución que, desde la novela griega de época helenística, desembocará en la novela moderna.

A lo largo del siglo XVI la prosa narrativa se convierte en un género con gran aceptación. Del siglo XV proceden dos modelos narrativos que continúan estando vigentes en pleno Renacimiento: los libros de caballerías (textos fantásticos sobre las hazañas de un caballero andante, como Amadís de Gaula, de Garci Rodríguez de Montalvo) y las novelas sentimentales, que en esta época adquieren un gran éxito (Cárcel de amor, de Diego de San Pedro).

Ya en la segunda mitad del siglo XVI se desarrollaron nuevas formas de la narrativa renacentista; entre ellas destacan las siguientes manifestaciones:

a) La novela pastoril se centra en el relato de historias amorosas entre pastores. Esta temática, desarrollada también en otros géneros por influencia de la literatura italiana, sigue el tópico horaciano del beatus ille o concepción del ambiente natural como representación de una sociedad perfecta y de una vida idílica, ajena a los problemas del momento. Entre las obras más representativas de este género destacan La Arcadia de Sannazaro, Los siete libros de la Diana de Jorge de Montemayor, La Galatea de Cervantes o la Arcadia de Lope de Vega.

b) La novela bizantina (o de aventuras) tiene su origen en la literatura griega. En este tipo de narraciones se relatan historias amorosas entre personajes de alto linaje que se interrumpen por sucesos que separan a los protagonistas (viajes, raptos...) y que los someten a un obligado peregrinaje que termina con su reencuentro. Destaca Persiles y Sigismunda de Miguel de Cervantes.

c) La novela morisca se basa en el relato de las batallas y la convivencia entre musulmanes y cristianos. Entre las obras más importantes de la época está la anónima Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa.

d) La narración breve es un género que, aunque también está relacionado con la tradición de los exempla, surge influido por la literatura italiana, especialmente por la obra de autores como Boccaccio. El Patrañuelo, una colección de breves narraciones de Joan Timoneda, es la obra española más destacada del siglo XVI en este tipo de prosa.

e) La novela picaresca. Este tipo de narrativa, iniciada por el Lazarillo, forma parte de la tendencia realista de la prosa del XVI. En el último año del XVI se publica Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Ambas obras constituirán modelos para las manifestaciones de este género en el siglo siguiente.











 

GIOVANNI BOCCACCIO: DECAMERÓN

Boccaccio es, junto con Dante y Petrarca, uno de los padres de la literatura italiana. Nació en 1313 y fue hijo natural de un rico mercader. Pasó su infancia en Florencia y, siendo aún adolescente, su padre lo envió a Nápoles para que aprendiera el oficio mercantil. Debido a su escaso interés por este trabajo, comenzó a estudiar Derecho Canónico, pero tampoco le atrajo esa nueva carrera. Su verdadera vocación la encontró en el estudio de las letras, a las que consagró el resto de su vida. Siendo aún muy joven, se enamoró y fue amante de una dama napolitana, cuya identidad se desconoce y que prodría haberle inspirado el personaje de Fiammetta.

Tras su regreso a Florencia, compaginó su dedicación a la literatura con el desempeño de cargos diplomáticos. Viajó con frecuencia por Italia y por la Provenza. Entre las amistades que cultivó durante sus viajes con los escritores de su tiempo, destaca la que mantuvo con Petrarca. Vivió sus últimos años en Certaldo, localidad próxima a Florencia donde se entregó a la meditación religiosa. Allí murió en 1375.

Boccaccio escribió numerosas obras en italiano y algunas en latín. Entre las primeras merecen destacarse las siguientes:

1.  El Filocolo, una muestra temprana de novela bizantina.

2. El Filostrato, escrita en verso narrativo. En este libro, escrito en clave literaria y con un argumento mitológico, el autor parece dar cuenta de sus amores con Fiammetta.

3. El Corbacho, invectiva contra el género femenino inscrita en la tradición europea de literatura misógina.

4. El Decamerón
Contexto histórico:
Se sitúa en la Florencia de 1348, una fecha aciaga para la ciudad, pues fue asolada por la peste que se extendía por Europa. Los muertos son tan numerosos que apenas da tiempo a enterrarlos. Se abren fosas comunes, se aprovechan los ataúdes para meter varios cuerpos a la vez, las ceremonias religiosas se multiplican inútilmente y el horror invade las calles y la vida cotidiana de la gente. Florencia pierde la mitad de su población y la sospecha de que la epidemia es un castigo de Dios por la maldad de los hombres vuelve aún más lúgubre la atmósfera de desolación que rodea a los que sobreviven. Pero pasan los meses y, paradójicamente, los efectos de la peste resultan vivificadores para el conjunto de la ciudad. La Iglesia pierde parte de su prestigio, y la disminución de la población y la ruina de las familias importantes crea nuevas oportunidades a la clase baja. La demanda de todo tipo de servicios contribuye al crecimiento de banqueros, mercaderes y artesanos hábiles, por lo que en poco tiempo la ciudad se transforma en un hervidero de vida.
Esta es la Florencia en que vive Boccaccio cuando escribe el Decamerón. Han pasado dos años desde el final de la peste y todo anuncia el surgimiento de una nueva concepción de la vida, que rechaza la primacía de lo religioso. El tema central de el Decamerón es lo humano. Pero no lo humano idealizado, reflejo de un orden superior, sino el ser humano real, con sus virtudes y sus defectos. Y por encima de todo, el hombre animado por el deseo.
Historia-marco
En el comienzo del libro Boccaccio nos cuenta cómo un grupo de jóvenes damas coincide en una iglesia. Son siete, y deciden dirigirse a una de sus posesiones campestres a fin de huir del horror de la peste que las rodea. Tres apuestos varones se ofrecen a acompañarlas, y juntos abandonan la ciudad para refugiarse en una villa de las afueras. Se preguntan entonces qué harán con su tiempo, y acuerdan contarse historias. De esta manera, cada día uno de ellos será el rey o reina de los otros y les encargará el tema sobre el que deben versar sus cuentos, lo que supone un total de cien relatos o novelas. Pero si lo que importa es ese cuerpo central, esa rueda de cien cuentos, ¿por qué Boccaccio elige el marco tenebroso de una peste para ponerla en marcha? Algo así sucede en las Mil y una noches, donde Sherezade cuenta sus historias en la alcoba de su verdugo. En ambas obras el tiempo que se roba a la muerte que espera a los personajes es el tiempo del relato. Sherezade le dice al sultán que tendrá una nueva historia si le concede un día más. Es el mismo tiempo que las damas y los caballeros del Decamerón tratan de ganar con sus relatos. Así, contar es conseguir de la vida un día más para seguir en el mundo contemplando su locura y su belleza.
Puntos de vista y estructura narrativa:
El Decamerón se desarrolla en un complejo juego de niveles narrativos:
En el primer nivel, un narrador general en tercera persona relata el contexto en el que tienen lugar los hechos de la obra (la epidemia de peste en Florencia) y destina la obra a las mujeres, para que se distraigan. Este narrador cuenta el Proemio y la Conclusión.
En el segundo nivel, el narrador reproduce en tercera persona la historia de las siete mujeres y los tres hombres que huyen de la epidemia y se cuentan breves relatos para distraerse. No se trata de un simple marco narrativo, sino de un verdadero hilo conductor que evoluciona desde el horror inicial de la epidemia hasta el tirunfo de la vida y del goce.  
El tercer nivel consiste en las diferentes novelas, donde cada uno de los personajes actúa como narrador. Todas estas historias se dividen en dos grandes partes. Los primeros cincuenta relatos están relacionados con la lucha contra las fuerzas de la naturaleza y de la fortuna; las cincuenta restantes, en cambio, se orientan a la autoafirmación del ser humano mediante el ingenio.
Los temas:
Las líneas temáticas generales de la obra son:
La fortuna, es mundo está regido por fuerzas incontrolables e ilógicas. el destino humano es caprichoso e impredecible.
El ingenio, frente al azar, el hombre dispone de su ingenio, gracias al cual puede cambiar su forutna y obtener la estabilidad.
El amor, este sentimiento, otra de las fuerzas que mueve al ser humano, espresentado en todas sus manifestaciones con total naturalidad.
Los argumentos de los cien cuentos del Decamerón no son, por lo general, invención de Boccaccio, sino que se basan en fuenes italianas más antiguas o, en ocasiones, en fuentes francesas o latinas. En realidad, casi todos los relatos giran sobre el deseo sexual y sobre cómo arreglárselas para satisfacerlo. Pero no hay en ello un sentimiento de culpa, pues hombres y mujeres no hacen sino servir a la naturaleza, que es quien pone en ellos los deseos que deben satisfacer. Por eso, el mal no está en el sexo en sí, sino en quienes lo pervierten con sus prejuicios, su hipocresía o sus intereses. De esta manera, la mentalidad medieval, basada en la preocupación por el pecado y en el sentimiento de culpa, queda superada por una visión gozosa y placentera de la existencia propia del Renacimiento.
Personajes:
Los personajes principales son las siete mujeres y tres hombres que desarrollan las diferentes historias en el nivel del hilo conductor. Al definirlos, Boccaccio insiste, sobre todo, en su honestidad y en su juventud.
Junto a ellos, a lo largo de las diferentes historias se despliega toda una galería de caracteres que reflejan los más variados niveles de la sociedad italiana del siglo XIV.
Relevancia de la obra:
El Decamerón refleja el tirunfo de la mentalidad renacentista y de los ideales de la burguesía. A lo largo de buena parte de las novelas se celebra la superioridad del ingenio y de la astucia, y el éxito de la iniciativa individual sobre la adversidad, valores apreciados por los comerciantes, mercaderes y banqueros en auge de la época. Pero, sobre todo, exalta el goce y la diversión como antídoto frente al horror y la muerte. Lejos de cualquier fin didáctico o moralizante, Boccaccio invita a disfrutar de la vida, idea ya plenamente renacentista.
La obra fue muy traducida a otros idiomas europeos y generó toda una corriente de narraciones breves de carácter lúdico en la que se insertan, por ejemplo, los Cuentos de Canterbury, de Chaucer. En España, el gran adaptador de la novelística breve al estilo italiano fue Miguel de Cervantes, con su Novelas Ejemplares.


III. PROSA RENACENTISTA DIDÁCTICA

En el siglo XVI, el pensamiento humanista generó un importante caudal de obras en prosa de carácter didáctico que consolidó un nuevo género, el ensayo, que servirá a los autores como vehículo de los nuevos ideales.

Los autores de prosa didáctica reflexionan sobre diversos temas, principalmente filosóficos, políticos, religiosos y artísticos. Estos autores representan el modelo del intelectual renacentista, en el centro de cuyas preocupaciones está el ser humano y las circunstancias que lo rodean. Son hombres de cultura interesados en las Humanidades desde una postura racional.

1. MAQUIAVELO

Retrato de Maquiavelo por Santi di Tito, s XVI
Nicolás Maquiavelo (1469-1527) fue un escritor y político italiano. Considerado como uno de los padres de las Ciencias Políticas, analizó la esencia del poder en El príncipe y Discursos sobre la primera década de Tito Livio.

Según Maquiavelo, debido a que el hombre es malo por naturaleza, el Estado debe regir e imponer un orden, función que el príncipe garantiza mediante su acción política. Dicha acción ha de estar regida por la observación de la realidad, olvidando cómo deberían ser el hombre y la sociedad para centrarse en cómo realmente son. De este modo, la política no ha de partir desde un planteamiento moral, sino que debe ser independiente, ya que en algunas situaciones la moral no indica qué es lo mejor para el Estado y el Estado es la razón suprema de la acción política. Esta independencia del poder político respecto a la moral genera la «razón de Estado», único criterio que debe seguir el príncipe, y por el cual el fin que se busca justifica todos los medios que se ponen para su consecución, independientemente de su valor moral. El Estado se vale de sus instituciones (el Ejército, la Iglesia) para aplicar lo que sea políticamente útil y conveniente.


2. TOMÁS MORO

Tomás Moro (1478-1535) fue un humanista y político inglés cuyo pensamiento tiene afinidades con el de Erasmo de Rotterdam, de quien era amigo. Su obra más importante es Utopía; en ella critica la sociedad europea contemporánea, basada en la injusticia social, en la sed de poder y en los planteamientos belicistas que rigen las políticas de los Estados, y propone una solución radical: la creación de una sociedad ideal, situada en una isla llamada Utopía (que literalmente significa «ningún lugar», lo que plantea dudas por parte de Moro de que una sociedad así fuera viable). Esta sociedad ideal estaría regida por los principios de la racionalidad humana: una sociedad justa e igualitaria, en la cual el trabajo fuese algo obligatorio, los ciudadanos podrían elegir a sus gobernantes, y la educación fuese un derecho universal. La religión que propugna Moro en su Utopía se caracteriza por ser tolerante hacia los distintos credos.

La importancia de la obra de Moro radica en que da pie a un subgénero literario, de raíz política, en el que se postulan sociedades futuras ideales (así como su contrario, la antiutopía, en la que la sociedad supuestamente ideal genera un espacio social deshumanizado y cruel). Sirvan como ejemplo de esto las obras Un mundo feliz, de Aldous Huxley o 1984 de George Orwell.



3. ERASMO DE ROTTERDAM

Erasmo de Rotterdam (1469-1536) fue un gran defensor de los estudios históricos y filológicos que aplicaban un método racional para llegar al conocimiento. Tradujo el Nuevo Testamento del griego al latín porque creía necesario un acercamiento al mensaje del Evangelio. También editó obras de los padres de la Iglesia.
El pacifismo es uno de los elementos por los que Erasmo ataca a la Iglesia contemporánea, ya que esta promueve la guerra por intereses puramente mundanos. En otros libros, como en la Doctrina del príncipe cristiano o en Elogio de la locura, ahonda sus críticas contra la Iglesia, a la que considera inmoral y a la que reprocha que prime un cristianismo exterior, de formas, preceptos y rituales; en vez de conceder mayor importancia a un cristianismo más personal, espiritual, basado en el diálogo con Dios y la imitación de Cristo.
Él mismo, que fue monje, niega el privilegio tradicionalmente asignado a los religiosos y ofrece a los laicos la oportunidad de llevar una vida perfectamente cristiana. Para Erasmo, la virtud reside en saber sobreponerse a ciertas pasiones para ser capaz de discriminar el verdadero bien, basado en una moral humanista sustentada en la razón.
Algunas tesis erasmistas presentan elementos de coincidencia con el protestantismo de Lutero, principalmente en los elementos de crítica hacia la Iglesia. Sin embargo, Erasmo acabó combatiendo las tesis de Lutero por ciertas incompatibilidades de pensamiento.


4. BALTASAR DE CASTIGLIONE

Retrato de B. de Castiglione, Rafael.
Baltasar de Castiglione (1478-1529) escribió El cortesano, obra en la que describe un ideal de vida y un modelo de caballero que responde a la visión del mundo renacentista. El caballero perfecto debe ser tan experto en las armas como en las letras, ha de saber conversar y tratar con sus semejantes, especialmente con las damas, y tañer algún instrumento musical.

El cortesano expone en cuatro libros el diálogo que mantienen durante cuatro noches varios interlocutores (una duquesa, una princesa, un cardenal, Cesare Gonzaga, el poeta Pietro Bembo, Giuliano di Medici, Ludovico di Canossa, Federico Fregoso y el Aretino). La conversación se inicia como un juego para elegir entre todas las propuestas que se formulen «la forma de cortesanía más conveniente». En el primer «juego» se debate acerca del nacimiento y educación del gentilhombre; en el segundo, de su comportamiento en sociedad; en el tercero, del ideal de la perfecta dama de palacio; y el cuarto, que trata de las relaciones del cortesano con el príncipe, se cierra con una disertación sobre el amor platónico a cargo de Bembo. La conversación se desarrolla con un ritmo armonioso y está moderada por el ideal del decoro que presidió la literatura, el arte y las costumbres del Renacimiento.



MONTAIGNE Y LA CREACIÓN DEL ENSAYO


Michel Eyquem de Montaigne o, simplemente, Michel de Montaigne (nacido en Burdeos el 28 de febrero de 1533 y muerto en 1592) fue un filósofo, escritor, humanista, moralista y político francés del Renacimiento, autor de los Essais y creador del género literario conocido actualmente como “ensayo”.
El género del ensayo se basa en la interpretación personal de un tema (humanístico, filosófico, político, social, cultural, etc) sin que sea obligado usar un aparato documental, de manera libre, asistemática y con voluntad de estilo. En ocasiones, se reduce a una serie de divagaciones en las cuales el autor expresa sus reflexiones acerca de un tema determinado. Ortega y Gasset lo definió como «la ciencia sin la prueba explícita».
De gran cultura clásica y admirador de Virgilio, Séneca, Plutarco y Sócrates, Montaigne fue un humanista que tomó al hombre, y en particular a sí mismo, como objeto de estudio en su principal trabajo, que comenzó a redactar en 1571 a la edad de 38 años, cuando se retiró a su castillo. Afirma: «Quiero que se me vea en mi forma simple, natural y ordinaria, sin contención ni artificio, pues yo soy el objeto de mi libro». El proyecto de Montaigne era mostrarse sin máscaras para desvelar su yo más íntimo en su esencial desnudez. Sus escritos se caracterizan por el pesimismo y el escepticismo.
Fue un crítico agudo de la cultura, la ciencia y la religión de su época, hasta el punto de que llegó a considerar la propia idea de certeza como algo innecesario. Montaigne continuó extendiendo y revisando sus Essais hasta su muerte en 1592 en el castillo, en cuyas vigas del techo hizo grabar sus citas favoritas. El lema, mote o divisa de su casa era Que sais-je?, y mandó acuñar con él una medalla con una balanza cuyos dos platos se hallaban en equilibrio.
Su estilo es sencillo y ágil, revolviendo un pensamiento con otro, «a salto de mata». Su texto está plagado de citas de clásicos grecolatinos, por lo cual se excusa, haciendo notar la inutilidad de «volver a decir peor lo que otro ha dicho primero mejor». Obsesionado con evitar la pedantería, omite a veces la referencia al autor que inspira su pensamiento o que cita, el cual, de todas formas, es conocido en su época.
Montaigne mostró su rechazo por la violencia y por los conflictos entre católicos y protestantes y, mientras algunos humanistas creían haber encontrado el Jardín del Edén, él lamentó la conquista del Nuevo Mundo en vista de los sufrimientos que provocó en los que, por ella, fueron reducidos a esclavos. Hablaba así de «viles victorias».
Tan moderno como muchos de los hombres de su tiempo (Erasmo, Juan Luis Vives, Tomás Moro, Guillaume Budé...), Montaigne cultivó el relativismo cultural, reconociendo que las leyes, las morales y las religiones de diferentes culturas, aunque a menudo diversas y alejadas en sus principios, tenían todas algún fundamento.

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