lunes, 28 de marzo de 2016

TEMA 12. El arranque de la modernidad poética: de Baudelaire al Modernismo.

A finales del siglo XIX asistimos a un proceso de transición desde una historia europeísta hacia un nuevo orden mundial; proceso que desembocará, finalmente, en la Primera Guerra Mundial. Este conflicto bélico resultó ser especialmente traumático, ya que, por primera vez, se vive una guerra global en la que participan los países más poderosos del momento, que luchan, además, por la victoria total. 1914, por tanto, supone la ruptura definitiva con el siglo XIX: los valores que habían aportado seguridad al hombre europeo (el positivismo, el progreso, el pragmatismo, el materialismo) fracasan estrepitosamente. Se sufre, en consecuencia, el llamado “mal del siglo”: se extiende por la sociedad el convencimiento de que la realidad es incognoscible, de que existen hechos que escapan de la percepción sensorial, de que la razón no lo puede todo, de que Dios y la religión se difuminan como en una nebulosa… La población se ve sumergida en una sensación generalizada de pesimismo, de hastío vital, y, como es fácilmente deducible, este sentimiento de fracaso afectará de manera especial a una pequeña potencia insuficientemente desarrollada, como España, que se ve de pronto en el centro del conflicto mundial por su posesión de las colonias de Ultramar, territorios ambicionados por EEUU y que acabará por perder definitivamente en el “desastre” del 98.                           


A principios del siglo XX, la concepción de la Literatura da un giro radical hacia una nueva sensibilidad artística, que defiende el arte por el arte y la renovación de una forma de escribir caduca, lo que no es sino un síntoma de ruptura definitiva con la sociedad decimonónica. El modernista, desde la peculiaridad de su atuendo, hasta su frecuente radicalismo político, manifestaba no sólo su deseo de provocar, sino también su oposición al asfixiante conformismo; el artista bohemio se sentía al margen de la sociedad, rebelde ante ella, y protestaba contra el orden burgués. En este sentido, existe un evidente paralelismo entre el Modernismo y la rebelión romántica frente a la sociedad posterior a la primera revolución industrial.

RASGOS DE LA LITERATURA MODERNISTA

1. Renace el gusto romántico por épocas pretéritas (el pasado medieval) y por países exóticos. En España, los escritores de fin de siglo defienden el mito de una Castilla antimercantil, austera y espiritual, en la que ven la esencia de España.

2. Hay una especie de complacencia en lo mortecino y ruinoso (decadentismo).

3. Se extiende una sensación general de hastío vital (spleen), que choca con los ideales racionalistas propios de la sociedad burguesa. Es característico en los textos de los jóvenes escritores el enfrentamiento entre intelectualismo y vitalismo, de forma que, siguiendo a Schopenhauer, se defiende que el pensamiento y la reflexión conducen al dolor.

4. Es muy frecuente en la literatura modernista la aparición del erotismo, a veces conviviendo con el decadentismo y el malditismo.

5. Los modernistas desean saltar por encima de las fronteras, son cosmopolitas, y su meca es París.

6. La insatisfacción con el mundo es la causa de la angustia existencial que lleva a estos escritores a buscar lo trascendente más allá de las apariencias, búsqueda que se manifiesta en un espiritualismo exacerbado, en la identificación de Dios con la naturaleza (panteísmo), en el interés por los fenómenos inconscientes y en la afición por doctrinas esotéricas.

7. Ese anhelo de trascendencia conduce a una nueva Estética en la que se exalta la Belleza como el ideal supremo: el esteticismo es un culto casi religioso a la Belleza.


LA POESÍA MODERNISTA                                              

En las letras hispánicas, el Modernismo literario tiene su cuna en Hispanoamérica, donde se había iniciado una renovación estética en dos direcciones: renuncia a la retórica del Romanticismo, con la búsqueda de una nueva expresión que se halla en la literatura europea contemporánea, especialmente francesa; y, como reacción espiritual frente al materialismo y deshumanización del mundo, recuperación del trascendentalismo romántico europeo, que en la literatura castellana se había desarrollado con menos intensidad. El florecimiento de la literatura modernista hispanoamericana vendrá de la mano de escritores de la talla de Rubén Darío y José Martí, entre otros muchos. 




Importantísima es también la influencia de la literatura francesa en el arranque de la modernidad poética, en concreto de tres movimientos:

a) Parnasianismo: toma su nombre de la publicación en 1866 de una antología de jóvenes poetas franceses con el título de Parnasse contemporain y se desarrolla entre 1861 y 1876. El maestro de estos poetas es Théophile Gautier (1811-1872), quien proclama la autonomía del arte y defiende su supremacía, de forma que hará suyo el lema el arte por el arte. Los parnasianos defienden el ideal del "arte por el arte": frente al creciente utilitarismo, el arte y la belleza están por encima del bien y del mal y son el único consuelo de la vida.
Las características más importantes del Parnasianismo son las siguientes:
a) El culto a la perfección formal del verso: el poema ha de ser sólo belleza.
b) Se equipara la poesía a otras artes plásticas, especialmente, a la escultura y la arquitectura, que ofrecen garantías de permanencia. El poema también debe resistir los embates del tiempo.
c) Los parnasianos rechazan la realidad inmediata y buscan mundos exóticos, que pueden hallarse en la cultura griega, bíblica, medieval o en países de recóndita belleza y misterio.
d) Se manifiestan contra el sentimentalismo romántico: el arte no tiene por qué traducir los sentimientos.
e) El parnasiano adopta una actitud impasible ya que observa y contempla la realidad aparente, pero rechaza hacer una interpretación transcendente del mundo.
El Parnasianismo influye en el Modernismo por su anhelo de perfección formal, por su afición al detalle y por el gusto por la mitología griega, el exotismo oriental, las civilizaciones antiguas.

b) Simbolismo: aparece, en sentido estricto, a mediados de los años 80. El punto de partida del movimiento es el manifiesto de Jean Moréas en 1886, pero en sentido mucho más amplio esta estética arranca con la obra de Baudelaire. Destacan los poetas franceses Verlaine, Rimbaud, Baudelaire y Mallarmé, y se prolonga ya en el siglo XX en poetas tan importantes como Valéry en Francia, Yeats y Eliot en Inglaterra o Rilke en Alemania.
Los simbolistas, al igual que los parnasiansos, defienden la autonomía del arte, pero se alejan del academicismo en el que habían caído éstos. El culto de la belleza externa no les satisface y, sin abandonar las metas estéticas, quieren ir más allá de las apariencias. Para ellos, el mundo sensible es sólo reflejo o símbolo de realidades escondidas, y la misión del poeta es desvelarlas. La naturaleza es el símbolo de una realidad divina transcendente.
Para los simbolistas, la poesía se convierte en un instrumento de conocimiento que intenta ascender a una realidad suprarracional. Lo inefable sólo puede evocarse a través del símbolo y el ritmo musical de los versos, como explica Valle-Inclán en La lámpara maravillosa. 
Defienden la importancia de los sentidos; todo - el paisaje, la mujer, un cuadro, un objeto hermoso - es fuente de goce para el oído, para la vista, para el tacto, para el gusto y para el olfato. La musicalidad será uno de los pilares de la literatura simbolista. En poesía usan el verso libre; su utilización supondrá no atender al cómputo de sílabas y fundamentarse sólo en el ritmo. Característicamente simbolistas son la afición por la alusión, el gusto por apuntar sensaciones de color, el empleo de sinestesias y, sobre todo, la búsqueda de la musicalidad.

c) Decadentismo: el término tiene su origen en el verso de Verlaine "yo soy el imperio al fin de la decadencia". Se trata de una corriente que surge del simbolismo, pero que se caracteriza por el refinamiento y la melancolía; se busca la evasión de la realidad a través del exotismo y se admira la fase de decadencia de las antiguas culturas, como Alejandría. Entre sus temas favoritos se encuentran el erotismo y la sexualidad. Los decadentistas transforman el sentimentalismo amoroso de los románticos en goce sensual. Mostrarán las formas más pervertidas de la sexualidad, como el sadismo, el masoquismo, la necrofilia y el incesto.   El decadentismo, como corriente estética, es más bien efímero, pues puede considerarse finalizado hacia 1890. Destacan los poetas italianos D´Annunzio y Pascoli; en Gran Bretaña sobresale la figura de Oscar Wilde.


Estos movimientos literarios que fecundan el Modernismo tienen, en realidad, su origen en la corriente de los poetas malditos, quienes intentan superar el Romanticismo grandilocuente y caduco del siglo XIX. A la cabeza de ellos, encontramos a Verlaine, quien publicó en 1888 Los poetas malditos. En EEUU hay que mencionar a Edgar Allan Poe y a Walt Whitman, con sus Hojas de hierba.
 
La renovación del lenguaje poético se percibe en el intento de sugerir las sensaciones que otras artes consiguen mediante la luz, el color o la música, a través de aliteraciones, adjetivos ornamentales, imágenes sugerentes, símbolos, atrevidas sinestesias, vocablos exóticos, cultismos, neologismos, profusión de palabras esdrújulas... El ansia de renovación y el deseo de musicalidad conducen a una gran variedad métrica. Por influencia de los simbolistas franceses, se emplean los alejandrinos y los versos libres; en su anhelo de novedades rítmicas, los modernistas imitan la métrica clásica, si bien no rechazan el uso de esquemas métricos tradicionales (sonetos, coplas, seguidillas, romances, silvas, serventesios...). 


1. BAUDELAIRE

Baudelaire (1821-1867) es, sin duda, el poeta más importante de este periodo, a pesar de que en su momento fue un incomprendido, pues rompió con todas las convenciones establecidas. Se le considera como el iniciador de la modernidad poética.
Nació en París en 1821. Su familia tenía una pequeña fortuna que él dilapidó en su vida bohemia - gastó grandes cantidades de dinero en adquirir obras de arte, en la noche parisina y en prostitutas -. Malvivió trabajando como crítico de arte, escribiendo en periódicos y haciendo traducciones, entre ellas la de la obra del escritor norteamericano Edgar Allan Poe, con el que se identificaba plenamente. Su situación física fue emperorando: había tenido problemas de salud derivados de una sífilis mal curada y su inestabilidad emocional llegó a ser manifiesta (intentó suicidarse en 1845).

En la concepción poética de Baudelaire Dios ha creado el mundo como una compleja e indivisible totalidad. Para él, la búsqueda de esa unidad es el fin esencial de la creación artística. Todas las cosas terrenales tienen su correspondencia en el cielo. La labor del poeta es interpretar esas correspondencias, ya que él con su imaginación podrá descubrir lo que se esconde bajo el velo de la apariencia. También existen analogías entre los sentidos (colores, olores, etc.) y los sentimientos.

Su aportación fundamental fue la publicación de Las flores del mal de 1857. Trece de estos poemas fueron considerados escandalosos, ya que atentaban contra la moral pública. Por este motivo fue procesado y obligado a pagar una multa. La crítica ha coincidido en que en esta obra se halla el núcleo de la poesía del siglo XX.

El libro tiene una estructura unitaria; a través de sus poemas muestra el itinerario espiritual del poeta, que representa a toda la humanidad. El recorrido oscila entre la amargura, el dolor, la miseria de la condición humana y la aspiración hacia una elevación espiritual que supere y trascienda todo. En definitiva, lo que Baudelaire resumió en los conceptos de spleen e ideal. El spleen es un término inglés que pasó a significar melancolía o tedio. Es, por tanto, un sentimiento que designa la insatisfacción del hombre ante la visión de un mundo caótico. Frente a ello Baudelaire opone el ideal, como una necesidad de ascender hacia una realidad absoluta. El arte es la herramienta usada por el artista para conseguir el ideal.

Por medio de la poesía trata de alcanzar una belleza superior y no le importa que se enfrente a la moral o a los cánones tradicionales. El poeta encuentra belleza en la vida cotidiana de las ciudades y en sus gentes (pobres, prostitutas, vagabundos, viejecitas...). Para el poeta la base del conocimiento son los sentidos y el espíritu frente a la razón, de ahí la importancia de la sinestesia. Un concepto central en la poesía de Baudelaire es el de la correspondencia o concepción del mundo como dualidad de fuerzas materiales y espirituales.

El poemario está dividido en 6 partes:

1. Spleen e Ideal: los poemas incluidos en esta sección muestran cómo el poeta se debate entre bien/mal, cielo/infierno y Dios/Satán.
2. Cuadros parisinos: el poeta encuentra belleza en el mundo degradado de la ciudad de París. Los protagonistas son los marginados, los ancianos y los perdedores.
3. El vino: ante la imposibilidad de encontrar la belleza, el poeta se evade de la realidad.
4. Las flores del mal: el poeta desciende hacia lo más profundo del abismo, cede hacia la destrucción. La mujer aparece como una criatura diabólica que lo aleja de Dios.
5. Rebelión: de nada sirve el sufrimiento del hombre ante un Dios que está ausente del mundo. El poeta reniega de Dios.
6. La muerte: sólo la muerte puede librar al hombre de un mundo lleno de miserias.

En 1861 publicó Los paraísos artificiales, obra en prosa donde estudia los diferentes medios que pueden conducir al hombre a la embriaguez. Con ella se produce el desarreglo de los sentidos y el poeta cree que en ese estado se potencian las fuerzas naturales que suelen estar adormecidas por la razón.

En 1862 publica Poemas en prosa, obra innovadora en su forma porque crea una expresión híbrida que mezcla elementos de la prosa y la poesía. Este libro se anticipa a la disolución de los géneros literarios característica de la literatura del siglo XX. El libro se inspira en la ciudad de París y sus habitantes. Muestra su concepto de la modernidad y guarda una estrecha relación con los poemas de Las flores del mal.

Vídeo sobre la vida y obra de Charles Baudelaire:




2. PAUL VERLAINE

Paul Verlaine (1844-1896) es el eslabón imprescindible para llegar al simbolismo. De Baudelaire recoge la idea del mal; creó el término de "poetas malditos" para referirse a un grupo de artistas bohemios (entre los que se encontraban Rimbaud, Mallarmé y el propio Verlaine) que no respetaban los convencionalismos sociales. Su vida será un claro ejemplo de ello. En París comenzó a escribir y a relacionarse con los poetas parnasianos. En los ambientes de la  bohemia parisina conoció al joven poeta Rimbaud, con quien mantuvo una breve pero intensa relación amorosa y literaria. Al cabo de un año Rimbaud lo abandonó, y Verlaine compró un revólver e hirió a su compañero, por lo que fue encarcelado. Esta relación alteró su vida y su quehacer poético; se despojó del culto formalista que aún le quedaba de su influencia parnasiana y liberó su poesía de la rima en favor del ritmo. Al mismo tiempo aprendió de los simbolistas el poder de la evocación y la sugerencia.
Dos notas características de su obra son la musicalidad y la melancolía. El poema Arte poética aparecido en su libro Antaño y ahora se puede considerar un buen resumen de su estética. En él se establecen las siguientes invocaciones:
a) Necesidad de la música para alcanzar el sueño, lo no real.
b) Rechazo de la rima, ya que condiciona y limita la libertad creadora del poeta. Proclama el verso libre, que se convertirá en el caballo de batalla de los simbolistas.
c) Condena de la elocuencia o tono declamatorio, porque la poesía tiene para Verlaine como objetivo la captación de la esencia de las cosas. Interioriza el paisaje en el que abundan los tonos grises, lo otoñal, la lluvia.
Entre sus principales obras se da una gran variación temática: Romanzas sin palabras refleja su relación con Rimbaud, Sabiduría es una colección de poesía religiosa, Amor contiene elegías dedicadas a su hijo adoptivo.
Los poetas simbolistas y parnasianos lo reconocían como maestro y hoy es considerado por la crítica como el padre del Modernismo.

Arte poética

La música ante todo, preferimos
por eso mismo el verso imparisílabo
que es más vago y soluble, y que no tiene
ningún peso ni pose que lo tiente.

Y no olvides tampoco el elegir
palabras que se presten al equívoco:
quedémonos con una canción gris
que junta lo más claro a lo indeciso.

(...) ¡Lo que buscamos siempre es el Matiz,
sólo el Matiz y nada de Color!
Sólo el Matiz hermana sin herir
sueño con sueño, flauta y bronco son.

(...)¡Retuércele el cuello a la elocuencia!
Y no estará de más, con mano dura,
poner coto a la rima: si la sueltas
nadie sabe hasta dónde nos empuja.

(...) ¡La música ante todo, siempre música!
sea tu verso ese algo volandero
que sentimos huir de un alma en busca
de distintos amores y otros cielos.

Sea tu verso anuncio de ventura
en el crispado viento matutino
perfumado de menta y de tomillo...
Y lo demás es ya literatura.


3. ARTHUR RIMBAUD

Arthur Rimbaud (1854-1891), además de un excelente poeta, es un mito de la literatura. Poeta precoz, cuando llegó a París a los diecisiete años ya había escrito casi toda su producción en verso y dominaba la musicalidad y el lenguaje. Vivió una vida turbulenta que influyó en el discurrir de su trayectoria poética, muy vinculada a la de su mentor Verlaine, con el que mantuvo una tormentosa relación amorosa que marcaría a ambos.
Escribió dos colecciones de poemas en prosa: Una temporada en el infierno, autobiografía moral donde concibe la dedicación a la poesía como "una estación en el infierno" que tiene el fin de llegar a la perfección. Su otro gran libro fue Iluminaciones. En su búsqueda de la perfección llega a la conclusión de que el poema perfecto es aquel que no se escribe, por lo que la única salida que encontró fue el silencio poético. A los veintiún años abandonó la poesía y se dedicó a vagabundear por Europa, Asía y África. Murió a los treinta y siete años sin haber publicado ni uno solo de sus versos.

1. En su obra se encuentra la preocupación simbolista por el ocultismo y la intuición.
2. Busca nuevas formas de conocimiento a través de la exploración del subconsciente. En este sentido, es el precursor del surrealismo.
3. En cuanto al estilo, Rimbaud destaca por su fuerza y originalidad. Es el creador de la poesía hermética, oscura.
4. Las obras más importantes de Rimbaud son el poema El barco ebrio, que escribió siendo muy joven; Una temporada en el infierno, en que refleja una época muy dura de su vida; Iluminaciones, recopilado por Verlaine.

Texto El barco ebrio: enlace

Existe una película inspirada en su relación amorosa con Verlaine: Eclipse de una pasión


4. STEPHAN MALLARMÉ

Mallarmé (1842-1898), a pesar de la brevedad de su obra, ha sido un modelo para los poetas modernos. Fue el más destacado representante de la "poesía pura", corriente cultivada en las primeras décadas del siglo XX. Esta poesía propone pulir el lenguaje de todas las impurezas que ha adquirido por el uso cotidiano. Despoja al poema de todo aquello que no sea esencial, renunciando a la palabra embellecedora, al ritmo externo y a la evocación sensual. Su poesía se hace hermética y se carga de misterio. A fin de expresar lo inefable, recurrirá al símbolo, elemento retórico tradicional, pero la novedad estriba en que éste pierde ya toda conexión lógica con el referente real.

1. Su obra se caracteriza por la experimentación gramatical y la riqueza del vocabulario.
2. El predominio es de los sentidos: por una parte, busca la musicalidad; por otra, los colores son tan importantes como los conceptos.
3. Entre sus obras más importantes destacan Herodías y La siesta de un fauno. 

5. PAUL VALÉRY

Fue un autor muy influyente ya en vida. Formó parte del círculo de Mallarmé y trabó amistad con escritores españoles de la Generación del 27, como Jorge Guillén, en cuya obra dejaría una profunda huella. Su poesía supone una mayor intelectualización y se le considera el creador de la "poesía pura", que lleva hasta sus últimas consecuencias mediante la disolución del lenguaje poético tradicional hasta lograr una expresión oscura.
Para Valéry no es relevante la figura del autor, ni sus vivencias, pues no han de servir de fuente de inspiración. Lo que importa es el conocimiento de la lengua y sus mecanismos, que el poeta debe dominar para componer sus poemas. La razón está por encima de los sentimientos y del subconsciente.
Su obra más importante es El cementerio marino (1920), ejemplo destacable de "poesía pura", que influyó grandemente en los poetas españoles del 27, cuyos máximos representantes no dudaron en traducirlo al castellano. 

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