miércoles, 24 de abril de 2013

COMENTARIO DE TEXTO: KAFKA



Vio entonces, colgado llamativamente de la pared ya desnuda, el cuadro de la dama envuelta en pieles; trepó a toda prisa allí y se apretó contra el cristal, cuya superficie lo mantenía sujeto y le aliviaba el ardiente  abdomen. Al menos ese cuadro, que Gregor recubría ahora por completo, no se lo iba a quitar nadie, eso seguro.

Volvió la cabeza hacia la puerta de la sala de estar para observar el regreso de las mujeres.
Estas no se habían tomado mucho descanso, porque ya estaban de vuelta. Grete rodeaba con el brazo a su madre y casi la llevaba en volandas.


–Bueno, ¿qué sacamos ahora? –dijo Grete echando una ojeada en derredor. Su mirada se cruzó entonces on la de Gregor, que estaba en la pared. Seguramente, Grete solo conservó la serenidad debido a la presencia de la madre, hacia quien inclinó el rostro para impedirle mirar alrededor, mientras le decía, temblando y sin reflexionar:


–Ven, ¿no será mejor que volvamos un ratito a la sala?


La intención de Grete estaba clara para Gregor: quería poner a salvo a la madre y, luego, hacerle bajar de la pared a la fuerza. ¡Bueno, que lo intentara, sí! Él estaba colocado encima de su cuadro y nadie podría quitárselo. Antes le saltaría a Grete a la cara.


                                                            Franz Kafka, La metamorfosis (traducción de Carmen Gauger)

                                   

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