1. ARGUMENTO Y ESTRUCTURA:
Madame Bovary se divide en tres partes:
La primera parte consta de 9 capítulos y se centra en el estudio psicológico de los dos personajes principales: Charles Bovary y Emma Rouault.
Relata
los primeros años de vida de Charles Bovary, joven introvertido y poco
ambicioso, dominado por su madre. Estudia medicina, pero su falta de
interés y su escasa inteligencia lo convertirán en un médico mediocre.
Sin demasiado convencimiento, se casa con una mujer viuda mayor que él a
la que no ama. Sin embargo,
en una visita médica conoce a Emma Rouault, hija de un labrador
adinerado, y se queda prendado de su belleza. Meses después enviuda y
decide pedirle al señor Rouault la mano de su hija.
Emma, que recibió una educación exquisita en un convento de monjas, donde se aficionó a la lectura de libros románticos, cree que por fin saldrá de una vida miserable y anodina, y centra su ilusión en la boda con el médico. Así como Charles llega a la cima de su felicidad, Emma descubre pronto que su vida matrimonial no tiene nada que ver con la vida de las heroínas de sus libros. Casualmente, son invitados a un baile donde Emma descubre que la vida de los libros existe en la realidad, pero también comprende que esta vida le está negada a ella. Su estado anímico se resiente y Charles decide abandonar Tostes, el pueblo donde han residido hasta ahora, y buscar otro destino para que su mujer se recupere. Emma se queda embarazada.
Emma, que recibió una educación exquisita en un convento de monjas, donde se aficionó a la lectura de libros románticos, cree que por fin saldrá de una vida miserable y anodina, y centra su ilusión en la boda con el médico. Así como Charles llega a la cima de su felicidad, Emma descubre pronto que su vida matrimonial no tiene nada que ver con la vida de las heroínas de sus libros. Casualmente, son invitados a un baile donde Emma descubre que la vida de los libros existe en la realidad, pero también comprende que esta vida le está negada a ella. Su estado anímico se resiente y Charles decide abandonar Tostes, el pueblo donde han residido hasta ahora, y buscar otro destino para que su mujer se recupere. Emma se queda embarazada.
La segunda parte consta de 15 capítulos y describe la evolución psicológica de Emma y su primera infidelidad.
Los Bovary llegan
a Yonville donde son recibidos con gran expectación por todos los
vecinos. Emma, que pensaba que allí podría ser feliz, pronto se asfixia
en el ambiente puritano y rutinario del pueblo. Ni siquiera el
nacimiento de su hija Berthe llenará su vida. Como contraste, Charles es
completamente feliz y enseguida se mimetiza con los aldeanos, para
espanto de Emma.
Empieza a sentirse atraída por un joven pasante, León, que comparte con ella el gusto por las artes. Aunque León intenta un acercamiento, Emma no es capaz de engañar a su marido. León entonces decide cumplir su sueño y se marcha a París.
Emma cae nuevamente en la depresión pero conoce a Rodolphe, mujeriego, vividor y rico, que se propone seducirla, consciente de la infelicidad de esta mujer al lado de Charles, a quien él considera un patán. Emma se enamora perdidamente de su amante. Pero no guarda suficiente discreción, aunque Charles no sospecha nada, y gasta cada vez más, deseosa de estar a la altura de la clase social de Rodolphe. Este, que es un hombre independiente, acabará por sentirse atrapado por Emma y, cuando habían planeado escaparse juntos, la abandona. La joven cae entonces gravemente enferma. Meses después empieza a recuperarse y Charles, para animarla, la lleva a ver una obra de teatro a Rouen.
Empieza a sentirse atraída por un joven pasante, León, que comparte con ella el gusto por las artes. Aunque León intenta un acercamiento, Emma no es capaz de engañar a su marido. León entonces decide cumplir su sueño y se marcha a París.
Emma cae nuevamente en la depresión pero conoce a Rodolphe, mujeriego, vividor y rico, que se propone seducirla, consciente de la infelicidad de esta mujer al lado de Charles, a quien él considera un patán. Emma se enamora perdidamente de su amante. Pero no guarda suficiente discreción, aunque Charles no sospecha nada, y gasta cada vez más, deseosa de estar a la altura de la clase social de Rodolphe. Este, que es un hombre independiente, acabará por sentirse atrapado por Emma y, cuando habían planeado escaparse juntos, la abandona. La joven cae entonces gravemente enferma. Meses después empieza a recuperarse y Charles, para animarla, la lleva a ver una obra de teatro a Rouen.
La
tercera parte consta de 11 capítulos y narra el idilio entre Emma y
León, el enfriamiento de sus relaciones y el desenlace de los excesos
económicos de Emma; la horrible muerte de la protagonista por
envenenamiento y la situación en la que quedan Charles y Berthe.
En Rouen los Bovary se
encuentran casualmente con Léon. Este y Emma inician una apasionada
historia de amor. Emma da rienda suelta a sus ansias de amor y riqueza
y gasta más de lo que tiene, instigada por Lheureux, que conoce la relación de los jóvenes. A
Léon le asusta el desenfreno de Emma y pone fin a la relación. Esta,
acuciada por las deudas, que arruinan a Charles, y trastornada por su
fracaso sentimental, decide acabar con su vida. Se suicida tomando
arsénico y muere tras una horrenda agonía. Charles cae en un abatimiento
atroz, sobre todo tras descubrir las cartas que Léon enviaba a Emma. Un
día su hija lo encuentra muerto y ella debe ir a vivir con una tía
lejana.
2. PERSONAJES:
Emma Bovary:
Hija de un labrador adinerado, recibe una educación exquisita que
contrasta con el estilo de vida al que está condenada. La lectura de
novelas románticas la hace ansiar un modo de vivir que su realidad
social le impide disfrutar. Emma desea ver colmada su necesidad de amor, de sexo
satisfactorio y de riqueza material. Para ello, se rebela contra la
rutina de la vida pueblerina en la que está atrapada; sin embargo, sus
intentos están condenados al fracaso y a la incomprensión. El
aburrimiento envuelve la vida de Emma y nada en su vida cotidiana la hace
feliz, ni siquiera la llegada de su hija. Solo será feliz cuando su
vida se parezca a la de las heroínas de ficción; es decir, durante sus
relaciones extramatrimoniales, en las que consigue sentirse amada como éstas. Sin embargo, sus amantes acaban cansándose de ella, incapaces de
satisfacer sus necesidades de amor (Rodolphe) y de lujo (Léon).
Pero,
contrariamente a lo que se piensa, no son las deudas acumuladas y la
consiguiente ruina familiar lo que provoca el suicidio de Emma (ella
podría haberse prostituido al prestamista que detenta sus pagarés, ya
que él mismo se lo propone). Se suicida porque comprende que no puede
huir de una realidad por la que siente asco. Comprende que no puede
vivir en esa realidad que no tiene nada que ver con lo que desea. Con
esta muerte Flaubert no está condenando a Emma. Él presenta una
situación, un conflicto cuya única solución digna es la muerte.
Charles Bovary: Su vida está organizada en torno a tres mujeres que llevan el nombre de
Madame Bovary: su madre, autoritaria y posesiva; su primera mujer,
celosa, posesiva y enfermiza; Emma, dominante y avasalladora. Ante
ellas, Charles es un hombre empequeñecido, limitado, pasivo. Al lado de
Emma es feliz. En su simpleza, es incapaz de entender lo que sucede a su
alrededor, a pesar de los muchos indicios. Su ignorancia provocará la
compasión de algunos personajes y un irónico desprecio por parte de
otros. El amor que sentía hacia Emma le impide asumir el fallecimiento
de su esposa, y muere.
Léon Dupuis:
Es un joven pasante de abogado, alma gemela de Emma: sentimental,
sensible, amante del teatro, la música y la literatura. Infeliz, como
ella, en el limitado universo de Yonville, cumple su sueño de vivir en
París cuando Emma, de la que se enamora sinceramente, lo rechaza. Tras
unos años de estancia en la capital, se instala en Rouen, donde coincide
con Emma, e inicia con ella una desenfrenada historia de amor. Él se ha
convertido en un hombre serio, maduro, cuya experiencia vital lo ha
alejado de los excesos sentimentales de las novelas románticas. Por eso
no es capaz de seguir el ritmo de Emma, a la que reprocha su
desmedido afán de poseer bienes materiales para ser feliz. Por otra
parte, al igual que Rodolphe, se siente incómodo ante la toma de
iniciativas de la protagonista y el poco apego de Emma ante los asuntos
reales, como, por ejemplo, el trabajo de Léon, que este descuida por los
excesivos requerimientos de su amada.
“[...]
en aquellos abrazos estrechos, Léon descubría un no sé qué inconcreto y
siniestro que empezaba a insinuarse entre ellos, insidiosamente, como
para separarlos. [...] Todo lo que antes le entusiasmaba empezaba ahora a
asustarlo un poco. Además se rebelaba contra la anulación progresiva de
su personalidad y contra la tiranía de Emma, siempre triunfante sobre
él.”
Rodolphe Boulanger: Noble, rico, dueño del castillo de la Huchette. Hombre
mujeriego, frío y calculador. Tras una visita a casa del médico,
Rodolphe queda impresionado por la belleza de Emma pero también repara
en que es una pieza fácil para él y no duda en seducirla:
“No
parece persona de grandes alcances, seguro que está aburrida de él, con
esas uñas tan sucias que lleva y la barba de tres días. Mientras que él
anda por ahí trotando viendo enfermos, ella se quedará zurciendo
calcetines.¡Se tiene que aburrir! le gustaría vivir en una ciudad
grande, ir por las noches a bailar la polca.¡Pobre chica! Esta dando
boqueadas en busca de amor como barbo recién sacado del río sobre la
mesa de la cocina. Lo que es a ésa, con tres meses de galanteo, seguro
que la tenía a mis pies.”
Rodolphe
es cínico y rudo, consciente de su posición superior. Aunque se
siente atraído por la belleza externa de Emma, es incapaz de
comprenderla: los excesos sentimentales de ésta y su iniciativa le
incomodan, ya que él hubiera deseado que fuese una mujer sumisa. Cuando
se cansa de ella, la abandona sin preocuparse por sus sentimientos.
Monsieur Homais: Es el farmacéutico, amigo de los Bovary. Es un personaje petulante y pedante; es decir, se cree superior a los demás y lo muestra alardeando de unos conocimientos que no
tiene. En realidad, es un ser vulgar que se cree una autoridad en el
limitado universo de su pueblo. Allí es un comerciante floreciente que
se puede permitir dar a sus hijos una educación esmerada, aunque el
comportamiento de estos desdice los beneficios de dicha educación. Se
considera un hombre mundano, liberal, ateo, crítico con el sistema
político conservador que impera y contra el cual despotrica
constantemente, tanto de palabra como a través de la prensa. Sin
embargo, acabará integrándose en él. De hecho, Homais es el gran
triunfador de la novela, que termina así:
“Desde
la muerte de Bovary, ha habido otros tres médicos en Yonville, pero
ninguno ha logrado arraigar allí, porque Homais les ha hecho la vida
imposible. Tiene tanta clientela que no da abasto, las autoridades le
consideran y la opinión pública está de su parte.
Acaba de ser condecorado con la Cruz de Honor.”
Madame Homais:
Mujer del farmacéutico, simplona y sin ningún tipo de inquietud
personal. Es feliz en su día a día cuidando a sus hijos, a los que
malcría. Es una pueblerina que acepta pasivamente la realidad que le ha
tocado vivir. En todos los aspectos, es la antítesis de Madame Bovary. Físicamente, es descuidada y carece de cualquier encanto personal. En un momento de la historia, Léon y Emma hablan de ella:
“Luego
se puso a hablar de Madame Homais y de lo desaliñada que vestía, hasta
el punto de que a veces le provocaba a uno la risa.
-¿Por qué? ¿Qué importa eso? – saltó Emma-. A una buena madre de familia los trapos la deben traer sin cuidado.
Y dicho esto volvió a sumirse en el silencio.”
Lheureux: Ususero sin escrúpulos que conduce a Emma hacia la ruina final. Es
un miserable comerciante cuya astucia le hace ver fácilmente la
necesidad de Emma por los objetos materiales y la engatusa hábilmente
para convertirla en su mejor clienta. Cuando, además, descubre sus
infidelidades, la adentra en una telaraña de pagarés, a los que Emma, en
su desenfreno, no podrá hacer frente. Es hipócrita y cruel.
Justin:
Es el joven ayudante del farmacéutico. Está platónicamente enamorado de
Emma y, a su pesar, la “ayuda” a conseguir el arsénico que la llevará a
la muerte, ya que es él quien está a cargo de la farmacia cuando Emma
entra y se toma el veneno. Es conmovedora la escena en la que Justin
llora al anochecer junto a la tumba de Emma, mientras Rodolphe y Léon
duermen despreocupadamente:
“Rodolphe,
que se había pasado el día de caza por el bosque para pasar el rato, a
aquellas horas dormía apaciblemente en su castillo. Y allá lejos, Léon
también se entregaba al sueño.
Pero había alguien más que seguía despierto a pesar de las horas que eran.
Junto
a la tumba, entre los pinos, un chico lloraba de rodillas. Su pecho,
sacudido por los sollozos, jadeaba en la penumbra oprimido por el peso
de un dolor dulce como la luna e insondable como la noche.”
3. NARRADOR:
¿Quién
cuenta la historia de Madame Bovary? Varios narradores cuyas voces se
relevan con tanta sutileza, que el lector apenas nota los cambios de
perspectiva y tiene la impresión de que el narrador es uno solo.
a) Un narrador-personaje plural: el misterioso “nous”.
Es el narrador que inicia el relato. Es alguien que está allí, en el
aula en la que Charles entra, precedido del director. Es un narrador que
oye - y quizás participe en ellas - las burlas con las que los demás reciben al muchacho provinciano.
Convive con Charles los años que éste pasa en el colegio. Es un
narrador testigo del que no sabemos nada, que se esconde en un "nosotros"
plural y general, como si fuese un narrador colectivo, como si se
refiriese a un grupo de alumnos y no a un ser individual, lo que lo mantiene aún más en
el anonimato. Este narrador está presente sólo en el primer capítulo y
se desvanece imperceptiblemente para dar lugar a otro narrador, ya que
se van a contar los antecedentes familiares de Charles, algo que el
enigmático “nous” no puede conocer.
b) Un narrador omnisciente: Es
quien narra casi todo lo que ocurre. No forma parte del mundo narrado,
es exterior a él, y habla desde la 3ª persona del singular. Conoce tanto
lo que sucede en el mundo exterior, como la secreta intimidad de los
personajes. Este narrador sabe dosificar muy bien su información y, a
veces, comunica datos al lector; otras,
se los oculta hábilmente; y, en muchas ocasiones, da voz a los
personajes y actúa a través de sus pensamientos.
Por eso, en Madame Bovary no podemos hablar de un único narrador, sino de varios; o de uno solo que relata desde diferentes perspectivas:
Por eso, en Madame Bovary no podemos hablar de un único narrador, sino de varios; o de uno solo que relata desde diferentes perspectivas:
b.1.- El narrador imparcial o invisible: En gran parte del relato, el narrador omnisciente actúa como un narrador objetivo, como un observador que no se deja ver: dice lo que ocurre pero no lo califica, se limita a transmitir la actuación de los personajes. Actúa como una cámara cinematográfica.
Flaubert pensaba que la obra de arte debía dar impresión de autosuficiencia y que, para conseguirlo, era indispensable que el narrador se esfumara. La invisibilidad le exige al narrador una actitud impasible frente a lo que narra, le prohíbe entrometerse en lo que narra para sacar conclusiones o dictar sentencias. Su función no es condenar ni absolver, sino describir. Flaubert piensa que toda literatura con moraleja es intrínsecamente falsa.
¿Cómo muestra, entonces, su omnisciencia este narrador “invisible”? En vez de opinar directamente, encadena los episodios y elige ciertos acontecimientos, iluminando y oscureciendo la conducta de los personajes en los momentos oportunos, provocando ciertos diálogos, etc. Pero hay momentos en los que este narrador omnisciente deja de ser invisible y ocupa el primer plano de la narración.
b.2.-El narrador-filósofo: A veces, el narrador omnisciente deja de lado el relato para pronunciar sentencias filosóficas, conclusiones
morales o reglas de vida. Así sucede cuando Emma y Léon se encuentran
de nuevo y el narrador muestra al joven, no ya como un muchacho tímido,
sino como un hombre desenvuelto seguro de gustarle a Emma:
“Ante
una parisina vestida de encaje[...], el pobre pasante se habría
comportado como un niño encogido. Pero aquí en Rouen, en el barrio del
puerto, ante la mujer de este medicucho de tres al cuarto, se sentía
completamente a sus anchas y seguro de poderla deslumbrar. El aplomo
depende del ambiente en que haya de ejercerse. En un entresuelo no habla
uno de la misma manera que en un cuarto piso, [...]”
c) El estilo indirecto libre. El
gran aporte técnico de Flaubert consiste en acercar tanto el narrador
omnisciente al personaje, que las fronteras entre ambos se evaporan
hasta el punto de que el lector no sabe si aquello que el narrador dice
proviene del relator invisible o del propio personaje que está
monologando mentalmente:
“Pero,
¿cómo cortar todo aquello? Por muy humillada que se sintiera al darse
cuenta de lo sórdida que era su felicidad, seguía aferrada a ella por
rutina o por corrupción, y se le agostaba precisamente a fuerza de no
querer soltarla y de desearla mayor. Le echaba en cara a Léon que había
matado sus ilusiones, que la había defraudado.”
¿Quién
piensa, el narrador o Emma? La astucia de Flaubert consiste en haber
recortado la omnisciencia del narrador; ya no lo sabe todo, su
poder ha disminuido, es idéntico al de un personaje. Es un estilo
empleado para narrar la intimidad (recuerdos, sentimientos, sensaciones,
ideas) desde adentro, es decir, para acercar lo más posible al lector y
al personaje. El estilo indirecto libre consigue una aproximación a la
conciencia del personaje que Flaubert logra gracias al uso del pretérito
imperfecto y de la interrogación.
4. TEMAS:
- La insatisfacción y la rebeldía.
Emma Bovary es un personaje revolucionario que marca un antes y un después en la historia de la literatura, porque sienta un arquetipo - el de la mujer insatisfecha e infiel - de gran influencia posterior. De ella derivan las grandes adúlteras de la novela occidental del siglo XIX, como la Ana Karenina de Tolstoi o la Ana Ozores de Clarín.
Emma rechaza la mediocridad cotidiana del medio al que pertenece. Por el contrario, se siente atraída por las formas de vida de la aristocracia: el culto al dinero y su afición al lujo, pero también su cursilería. El problema es que vive en un contexto histórico dominado por los valores burgueses de propiedad y familia que exigían a la mujer sumisión y fidelidad.
La rebeldía de Emma es fruto de su egoísmo y de un temperamento sensual e imaginativo. Ella es, ante todo, una hedonista que reivindica con su conducta el derecho a disponer de su cuerpo a su antojo y el derecho a rodearse de objetos bellos. En su búsqueda de placer, en su decisión de romper con el matrimonio, en su voluntad de autodestrucción asume un papel que entonces estaba reservado a los hombres de mundo, como Rodolphe.
En su imaginación desbordante, vida y literatura se confunden en la cabeza de Emma y, de ahí, el paralelismo entre la protagonista de Flaubert y don Quijote. Ella, como el caballero cervantino, se ha formado con lecturas con las que se ha evadido de la realidad durante años. Y, también como don Quijote, Emma actúa de acuerdo con los personajes femeninos de sus novelas de juventud. La diferencia entre las "locuras" de ambos personajes está en que a don Quijote lo mueve el altruismo, mientras que, como ya hemos visto, la actuación de Emma es absolutamente egoísta.
Emma Bovary es un personaje revolucionario que marca un antes y un después en la historia de la literatura, porque sienta un arquetipo - el de la mujer insatisfecha e infiel - de gran influencia posterior. De ella derivan las grandes adúlteras de la novela occidental del siglo XIX, como la Ana Karenina de Tolstoi o la Ana Ozores de Clarín.
Emma rechaza la mediocridad cotidiana del medio al que pertenece. Por el contrario, se siente atraída por las formas de vida de la aristocracia: el culto al dinero y su afición al lujo, pero también su cursilería. El problema es que vive en un contexto histórico dominado por los valores burgueses de propiedad y familia que exigían a la mujer sumisión y fidelidad.
La rebeldía de Emma es fruto de su egoísmo y de un temperamento sensual e imaginativo. Ella es, ante todo, una hedonista que reivindica con su conducta el derecho a disponer de su cuerpo a su antojo y el derecho a rodearse de objetos bellos. En su búsqueda de placer, en su decisión de romper con el matrimonio, en su voluntad de autodestrucción asume un papel que entonces estaba reservado a los hombres de mundo, como Rodolphe.
En su imaginación desbordante, vida y literatura se confunden en la cabeza de Emma y, de ahí, el paralelismo entre la protagonista de Flaubert y don Quijote. Ella, como el caballero cervantino, se ha formado con lecturas con las que se ha evadido de la realidad durante años. Y, también como don Quijote, Emma actúa de acuerdo con los personajes femeninos de sus novelas de juventud. La diferencia entre las "locuras" de ambos personajes está en que a don Quijote lo mueve el altruismo, mientras que, como ya hemos visto, la actuación de Emma es absolutamente egoísta.
- El sexo.
Flaubert dosifica y distribuye con maestría el tema erótico en Madame Bobary. El sexo está en la base de lo que ocurre y es, junto con el dinero, la clave de los conflictos. La vida sexual y la económica se confunden en una trama tan íntima que no se puede entender la una sin la otra. Sin embargo, para sortear el puritanismo de su época (los dos grandes libros del momento fueron llevados al banquillo: Madame Bovary y Las flores del mal), el sexo está presente a menudo de manera emboscada.
Emma se va convirtiendo poco a poco en una adúltera como consecuencia de la frustración sexual que le provoca su matrimonio. Su temperamento ardiente no tiene un compañero a su altura en su marido y esa insuficiencia de sexo termina precipitando su caída. En cambio, a Charles le ocurre lo contrario. A él, que tiene tan pocas aspiraciones eróticas, su mujer lo contenta de forma plena. Precisamente su felicidad sexual explica en buena parte su ceguera, su conformismo, su mediocridad.
Y cuando ya por fin Emma se precipita en la infidelidad, ni siquiera entonces alcanza la satisfacción sexual plena dado que adopta una actitud de dominación sobre sus amantes, que se sitúan sexualmente en un plano de inferioridad respecto a ella, hasta el punto de que, heridos en su virilidad, terminan abandonándola.
Flaubert dosifica y distribuye con maestría el tema erótico en Madame Bobary. El sexo está en la base de lo que ocurre y es, junto con el dinero, la clave de los conflictos. La vida sexual y la económica se confunden en una trama tan íntima que no se puede entender la una sin la otra. Sin embargo, para sortear el puritanismo de su época (los dos grandes libros del momento fueron llevados al banquillo: Madame Bovary y Las flores del mal), el sexo está presente a menudo de manera emboscada.
Emma se va convirtiendo poco a poco en una adúltera como consecuencia de la frustración sexual que le provoca su matrimonio. Su temperamento ardiente no tiene un compañero a su altura en su marido y esa insuficiencia de sexo termina precipitando su caída. En cambio, a Charles le ocurre lo contrario. A él, que tiene tan pocas aspiraciones eróticas, su mujer lo contenta de forma plena. Precisamente su felicidad sexual explica en buena parte su ceguera, su conformismo, su mediocridad.
Y cuando ya por fin Emma se precipita en la infidelidad, ni siquiera entonces alcanza la satisfacción sexual plena dado que adopta una actitud de dominación sobre sus amantes, que se sitúan sexualmente en un plano de inferioridad respecto a ella, hasta el punto de que, heridos en su virilidad, terminan abandonándola.
- El dinero.
(Estos tres temas son centrales y su desarrollo se puede extraer de lo comentado hasta ahora)
- La violencia:
En Madame Bovary la violencia impregna la historia y se manifiesta en muchos planos, desde su forma física del dolor y la sangre (la operación, gangrena y amputación de la pieran de Hipólito; o el envenenamiento de Emma), o la espiritual de la minuciosa rapiña (el mercader Lhereux), o la del egoísmo y la cobardía (de Rodolphe y León), o en sus formas sociales de animalización del ser humano por obra del trabajo vil y la explotación (la anciana que es premiada con una medalla en los Comicios), o en la forma más generalizada de la estupidez y las trampas que se hacen los hombres a sí mismos con sus prejuicios, sus envidias y sus intrigas. Contra este telón de fondo de violencia, destaca la fantasía de Emma, con su apetencia de un mundo distinto.
En Madame Bovary la violencia impregna la historia y se manifiesta en muchos planos, desde su forma física del dolor y la sangre (la operación, gangrena y amputación de la pieran de Hipólito; o el envenenamiento de Emma), o la espiritual de la minuciosa rapiña (el mercader Lhereux), o la del egoísmo y la cobardía (de Rodolphe y León), o en sus formas sociales de animalización del ser humano por obra del trabajo vil y la explotación (la anciana que es premiada con una medalla en los Comicios), o en la forma más generalizada de la estupidez y las trampas que se hacen los hombres a sí mismos con sus prejuicios, sus envidias y sus intrigas. Contra este telón de fondo de violencia, destaca la fantasía de Emma, con su apetencia de un mundo distinto.
- El retrato de la vida provinciana.
Tanto Charles como Emma crecen en un ambiente aldeano del que ambos salen a la ciudad para mejorar su educación. En
el convento de monjas Emma aprende refinados modales, se aficiona a la
música y, sobre todo, gracias a las narraciones de una planchadora que
trabaja en el convento, empieza a interesarse por las novelas
románticas. Para Charles su
paso por Rouen para estudiar no fue muy productivo, ya que, incapaz de
entender las lecciones, prefiere estar en la taberna jugando al dominó.
Cuando finalmente termina sus estudios, se traslada a Tostes, una aldea
cercana a la vivienda de Emma Rouault. Cuando se casan, Emma se asfixia,
aburrida, en un ambiente aldeano junto a un marido simple:
“La
conversación de Charles era plana como la acera de una calle, y los
lugares comunes de todo el mundo, vestidos con su ropaje más vulgar,
desfilaban por ella sin lograr suscitar emociones, risa ni ilusiones.
Contaba que cuando estuvo viviendo en Rouen nunca había sentido
curiosidad por ir al teatro para ver a los actores de las compañías
parisinas. No sabía nadar, ni esgrima, ni manejar una pistola;”
Incapaz
de seguir viviendo allí, Emma se consume y Charles decide instalarse en
un pueblo grande, Yonville. Cree que allí su mujer será feliz. Sin
embargo, Tostes y Yonville son dos pueblos gemelos: pequeños, ambos con
una larga y única calle en las que se alinean las casas de los vecinos, con sus personajes típicos y su vida monótona.
Yonville
representa el retrato de una vida provinciana anodina y carente de
inquietudes, gobernada por la rutina de las obligaciones domésticas. La
vida gira en torno a ciertos acontecimientos populares como el Día de
mercado o la Feria agrícola, que suponen un auténtico estímulo para el pueblo, o la llegada de La Golondrina,
el coche de caballos que comunica con Rouen y que levanta expectación
entre los vecinos cada vez que llega, con noticias y encargos de la
ciudad. Los centros de
encuentro social en el pueblo son los dos establecimientos que se
disputan su reducida clientela (la posada El León de Oro, regentada por la señora
Lefrançois, y el Café Français, de
Tellier) y la farmacia de Homais, que se encuentra enfrente. Estos son
los únicos sitios de expansión social, centros de tertulias, aburridas y
triviales.
Así como París es para Emma el sueño inalcanzable, Rouen es la ciudad de
vida diversa y múltiple donde la protagonista encuentra consuelo frente
al sofocante mundo de aldea; de allí vienen las revistas y las novelas
que le permiten soñar, de allí trae Lheureux los objetos y ropas con los
que viste su vacío existencial. Allí hay bailes y espectáculos, hay
gente bastante como para pasar inadvertida y poder vivir feliz su amor
prohibido con Léon.
BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA:
FLAUBERT, GUSTAVE: Madame Bovary. Introducción de Teresa Barjau. Vicens Vives. Barcelona, 2014.
FLAUBERT, GUSTAVE: Madame Bovary. Introducción de Teresa Barjau. Vicens Vives. Barcelona, 2014.
PRADO del, JAVIER (coord.): Historia de la literatura francesa. Cátedra. Crítica y estudios literarios. Madrid, 1994.
TORRE VILLALBA de la, ANTONIO (coord.): Literatura universal. Bachillerato Logse. Editorial Algaida. Madrid 1999.
VARGAS LLOSA, MARIO: La orgía perpetua. Flaubert y “Madame Bovary”. Seix Barral. Biblioteca de bolsillo. Barcelona, 1989.
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