1 Dichoso el que de pleytos alexado
qual los del tiempo antiguo,
labra sus heredades no obligado
al logrero enemigo.
2 Ni el arma en los reales le despierta,
ni tiembla en la mar brava,
huye la plaça y la soberbia puerta
de la ambición esclava.
3 Su gusto es, o poner la vid crecida
al álamo ajuntada,
o contemplar quál pace, desparcida,
el valle su bacada.
4 Ya poda el ramo inútil, y ya ingiere
en su vez el estraño;
o castra sus colmenas o, si quiere,
tresquila su rebaño.
5 Pues quando el padre Otoño muestra fuera
su cabeça galana,
¡con quánto gozo coge la alta pera,
y uvas como grana!
6 Y a ti, sacro Silvano, las presenta,
que guardas el exido;
debaxo un roble antiguo ya se sienta,
ya en el prado florido.
7 El agua en las azequias corre, y cantan
los pájaros sin dueño;
las fuentes, al murmullo que levantan,
despiertan dulce sueño.
8 Y ya que el año cubre campo y cerros
con nieve y con heladas,
o lança el jabalí con muchos perros
en las redes paradas,
9 o los golosos tordos, o con liga
o con red engañosa,
o la estranjera grulla en laço obliga,
que es presa deleitosa.
10 Con esto, ¿quién del pecho no desprende
quanto en amor se passa?
¿Pues qué, si la mujer honesta atiende
los hijos y la casa,
11 qual haze la sabina o calabresa,
de andar al sol tostada;
y, ya que viene el amo, enciende apriesa
la leña no mojada,
12 y ataja entre los çarços los ganados,
y los ordeña luego
y pone mil manjares no comprados,
y el vino como fuego?
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