EL ALBATROS
El ave que da título a este poema
– el albatros – se caracteriza por la gracilidad y la elegancia de su vuelo, debido
a la enorme envergadura de sus alas. Pero cuando (como ocurre en el texto) es
atrapado por los marineros de un barco, y puesto en cubierta, pierde toda la
gracia que tiene en el aire y se convierte en una figura ridícula, objeto de burlas
y risas. El poeta, finaliza Baudelaire en la última estrofa, es como el albatros:
sublime al crear, por elevarse por encima de los hombres, gracias a su
pluma, y tan despreciable como ellos cuando abandona su arte y se mezcla con el
vulgo.
Este poema es un perfecto ejemplo
del Simbolismo en el que milita Baudelaire. Para los simbolistas, el lenguaje
común, racional y lógico, no es suficiente para acceder al misterio de la
Creación (entendida como creación poética o como sinónimo de la armonía del universo). Por
ello, tienen que recurrir a los símbolos para expresar todo aquello que está más
allá de la razón, puesto que, como señala Valle-Inclán en La lámpara maravillosa, existe un mundo trascendente e incognoscible al que solo se puede acceder a través de la sensibilidad y
la intuición, a la manera de los poetas místicos españoles.
En El albatros encontramos varios de estos símbolos. El más importante
es el de este ave, por supuesto. Calificados como “vastos pájaros de los mares”,
“reyes del azul” o “señor de las nubes”,
los albatros son símbolos de la transformación que sufre el poeta cuando crea y
se convierte en un ser superior. Pero, en tierra (“desdichados
y avergonzados”, “torpe” y “cobarde”, “risible” y “feo”), el pájaro se convierte en el poeta
despreciado por los hombres, como un ángel caído, “exiliado en el
suelo”. De esa forma se debía sentir Baudelaire entre sus semejantes: poeta
maldito, su complejo de inferioridad y de culpa le estaba arrastrando hacia la
autodestrucción.
De la misma manera, también las
alas (“grandes alas blancas” del albatros, y “alas de gigante” del poeta) son
símbolos de la sublimación por medio de la belleza, así como “los remos” lo son
de la corrupción que causa la vulgaridad de lo terrenal y cotidiano.
No es posible pasar por alto la
deuda de este poema con la Balada del
viejo marinero, de Coleridge. Y es
que el Simbolismo, como el Modernismo, es un retorno al Romanticismo.
En cuanto a su aspecto formal,
destaca en este texto lírico su carácter narrativo y descriptivo a la vez. Las tres
primeras estrofas son el relato de una anécdota, con numerosos verbos en
presente (“cogen”, “siguen”, “desliza”, “colocan”, “dejan”…) y en infinitivo (“divertirse”,
“arrastrar”). Baudelaire pretende, con estos usos verbales, dotar de objetividad
a su poema, al hacer más cercano al lector su sentimiento de marginación social. Pero también abunda en estas estrofas la descripción, con gran
abundancia de adjetivos, algunos de ellos antepuestos para acentuar el lirismo
de la composición (“vastos pájaros”, “indolentes compañeros”, “amargos abismos”…). El adjetivo en "reyes del azul" nos remite al movimiento modernista. Es característica en este poema, además, la inclusión de incisos explicativos (“vastos pájaros de los mares”, "indolentes compañeros de ruta").
Su carácter lírico está reforzado por
el ritmo del verso alejandrino del francés original, una estructura métrica de origen medieval que el Modernismo rescata en su deseo de renovación, y que se refleja en los
versos de la traducción, en la mayoría de los cuales hay una cesura central que
los divide en dos hemistiquios iguales (vv. 1,7, 8, 9, 10, 11, 13, 14, 15, 16).
El uso del ritmo como vía para crear belleza poética, que intenta reflejar, a su vez, la Belleza de la Creación, es un pilar del movimiento simbolista y modernista, según recomienda el soneto Ama tu ritmo de Rubén Darío.
Entre los recursos literarios,
destacamos la aliteración (“uno con una pipa le golpea en el pico”), el
hipérbaton (“caminar no le dejan sus alas de gigante”), el símil (“como remos
colgando”) y, sobre todo, las numerosas exclamaciones, tan reveladoras de la influencia en el Modernismo del movimiento romántico.
ANEXO:
AMA TU RITMO
Rubén Darío.
ANEXO:
AMA TU RITMO
Ama tu ritmo y ritma tus acciones
bajo su ley, así como tus versos;
eres un universo de universos
y tu alma una fuente de canciones.
La celeste unidad que presupones
hará brotar en ti mundos diversos,
y al resonar tus números dispersos
pitagoriza en tus constelaciones.
Escucha la retórica divina
del pájaro del aire y la nocturna
irradiación geométrica adivina;
mata la indiferencia taciturna
y engarza perla y perla cristalina
en donde la verdad vuelca su urna.
Rubén Darío.
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